sábado, 2 de agosto de 2008

...De los tamales y la pasión...

Con el tiempo me he dado cuenta de que la mayoría de los colombianos siempre hablan de más. Deberían reducir el número de adjetivos en todos sus relatos. Lo mejor, sería, quedarse callados por lo menos un día. No ir más allá, dejar las palabras en su sitio.

Me acuerdo de un tipo que vivía por mi casa hace unos años y se llamaba Santiago*. Medía como dos metros, usaba algo en el cabello que lo hacia ver brillante y gomoso. Vestía pantalones de lino y solía tener la camisa ajustada hasta las muñecas.

Siempre que me veía en alguna parte se acercaba a decir –Dependiendo del personaje del día en las noticias de farándula- Que Juan Luis Guerra creció con él en el Barrio los Andes. Que Juanes estudió en el Colegio el Limón hasta octavo, y para terminar, aunque eso “aun no saliera en las noticias”, juraba, con una mano sobre la Biblia, que se había ganado una beca para estudiar Teología en Oklahoma.

Y yo, con el tiempo, dejé de discutir con él sobre sus inverosímiles relatos. Sobre el carro que le regaló su tío británico, el cargo ejecutivo que le acababa de ofrecer una multinacional canadiense y el número de teléfono de Natalia París, que tanto insistió en venderme.

Quedarse callado y asentir con la cabeza era la mejor salida, así, al rato se iría y el mundo volvería a ser un lugar hostil, en el que las cosas buenas le pasan muy poco a las personas que uno quiere y la realidad es inversamente proporcional a las noticias de farándula.

Santiago también fue pastor de una Iglesia evangélica, y vendía tamales los fines de semana con sus jóvenes discípulos. Los reunía en una casa para explicarles con un pequeño tablero y la tiza apunto de acabarse, cómo lo que pudiesen ahorrar con los tamales les alcanzaría, en un futuro no muy lejano, para comenzar a construir su propia Iglesia.

Ojala, toda la gente que no tiene nada que decir en este país fuese como él. Que lo único que podía robar era el dinero de su Iglesia que aun no existía y arruinar los fines de semana de sus juiciosos seguidores. Así, tal cual como Santiago, que utilizaba la ficción para ganar amigos cuando se sentía solo, o para hacer prosperar la prometedora industria de los tamales.

Pero no, no es así, lamentablemente habladores como Santiago quedan muy pocos. La mayoría de mis coterráneos tiene que ir más allá de eso, es como una cultura nacional, algo que corre, se siente, vuela. Se ve en nuestros actos, en los reinados de belleza y hasta en los partidos de futbol.


Por eso los curas, sin importar lo que diga la constitución del 91, siguen hablando de política. Por eso, porque todo el mundo tiene que avanzar un paso más. 4 años de mandato presidencial no son suficientes, mejor que sean 8, o doce, que más da.

Es que Colombia, literalmente, es pasión.

La verdad, puede ser muy fácil insistir tercamente con el asunto. Por eso el hijo de Ingrid Betancourt, sin importar que pudiese avergonzar a su madre en el momento de gloria que vivía, dijo al mundo entero que; “la libertad es algo muy importante”, si, literalmente, descubrió que el agua moja.

Y uno se pregunta, ¿Por qué ese muchacho no dejó seguir hablando en las ruedas de prensa solo a su hermana, que siempre había dejado tan bien a la familia? ... Porque somos así, somos pasión. Por eso no clasificamos a los mundiales y hemos perdido tantas veces la final de la Copa Libertadores. Hacemos un pase de más.

Por mi parte, ya sé que voy hacer, descubrí el truco hace unos años. La próxima vez que escuche alguien decir; “es que somos el noventa por ciento, eso quiere decir que esto es Colombia” me voy a quedar callado, no voy a decir nada.

Y entonces, muy seguramente, como lo hacía Santiago, se irán. Y las declaraciones de Monseñor Rubiano serán un mal recuerdo. La realidad volverá a ser inversamente proporcional a las noticias de farándula, y nosotros, el 10 por ciento, nos daremos cuenta que no éramos tantos, como para armar una hecatombe.



* El nombre fue cambiado. No por petición, sino porque no sabe que hace parte de esta historia. Y bueno, también esperando que si algún día lee estás líneas, haga como si no fuese el. Y me cuente, la próxima vez que me vea por ahí, porque fue que expulsaron a Juanes del Liceo Modernos del Norte –LimOn-

2 comentarios:

Anónimo dijo...

El escrito es interesante... Viejo trabaje más en el manejo de las ideas.

Unknown dijo...

Saludos de parte de Santiago!!!
Atrapado quede desde el segundo parrafo. Wena conexion de ideas.
MAnten el Pulso!!